
Hola, soy Nay!
Te acompaño a expandir tu impacto, trabajando mejor y cuidándote más.
En una sociedad que celebra el agotamiento como símbolo de éxito, mi misión es que seamos cada vez más mujeres impactando y ganando dinero en grande, desde la abundancia y no desde el sacrificio.
Pero no siempre lo vi tan claro.

Todo empezó siguiendo un llamado interno, que tras 10 años en el mundo corporativo, me llevó a renunciar.
Mi trabajo me gustaba y allí aprendí muchísimo de estrategia, planificación y procesos; elementos fundamentales para gestionar cualquier negocio con estructura y foco.
Pero, aunque a los ojos de todos tenía «la carrera perfecta», vivía con una constante sensación de vacío y mi voz interna me decía que «tenía que haber algo más».
Cuanto más crecía, más me desconectaba de mi energía femenina, disfrute y autenticidad:
- las emociones no tenían lugar,
- mi cuidado personal era la última prioridad
- y se me hacía cada vez más duro ignorar el llamado a hacer algo de más impacto.


Fundé un e-commerce de productos para bebés, porque ví la oportunidad en el mercado sin ver que ese modelo no estaba alineado conmigo.
Y fue una constante montaña rusa emocional.
Aunque el negocio funcionaba y había logrado posicionarlo en el mercado, no me funcionaba a mí.
Había decidido emprender para tener una vida más libre y flexible, y en ese momento no me podía sentir más alejada de eso.

Así que decidí venderlo y empezar, no de cero, pero sí de nuevo
Me enfoqué en conocerme mejor y empecé a ofrecer mis servicios como mentora de negocio.
Uniendo mi experiencia en el mundo corporativo
y la de mi propio negocio, para acompañar a otras emprendedoras a crecer con más claridad.
Ahí sí la alineación fue inmediata y el crecimiento exponencial.
En 5 años el negocio creció de USD 20.000 a USD 250.000, impactando a miles de emprendedoras con programas grupales transformacionales.
Una filosofía
que se volvería mantra:
menos planes, más grandes.

Las historias de expansión, de las emprendedoras, me llenaban el alma y mi ambición me pedía más, pero el disfrute aún no era pleno.
Trabajaba más de lo que quería y me costaba mucho frenar y descansar, sin culpa.
En el 2020, en plena pandemia, me convertí en mamá y comenzó un viaje de conexión profunda con mi espiritualidad que me hizo replantear creencias, patrones y hábitos que me habían llevado al “hacer, hacer y hacer” constante.
Corté las horas de trabajo a la mitad, integré mi energía femenina en la ecuación y me enfoqué en armar equipo, en serio.
Asumí mi rol de CEO y, en los siguientes dos años, llevamos el negocio de USD 250,000 a USD 400,000, trabajando menos que nunca y disfrutando todo mucho más.
Hoy tengo un equipo increíble que me permite impactar la vida de muchísimas más emprendedoras, cuidando de mi tiempo libre, descanso y familia.

Y, ahí finalmente entendí, que en esa integración está la magia.


